Se acaba el verano y con él las vacaciones, volvemos a la rutina o a diseñar una nueva, retomando todo aquello que quedó pendiente. Y septiembre es el mes en que solemos establecer nuevos objetivos y planificar nuestro aprendizaje, buscar formación para actualizarnos o especializarnos en áreas de nuestro interés. Por eso volvemos y traemos con nosotros a nuestra compañera Isabel Campo para hablarnos de este tema, de la formación y de qué formación realizar que nos ayude en nuestro trabajo como orientadores.

No encuentro formación que me aporte un valor añadido a lo que ya sé 

¿Te pasa que has hecho ya bastante formación y que cada vez te resulta más complicado encontrar una formación que te aporte algo nuevo, útil, y de calidad a tu trayectoria como profesional de la orientación profesional o de los recursos humanos? A mi sí. Y tras muchas conversaciones al respecto con muchas personas, si eres de los que busca actualizarse con frecuencia, seguramente también. Son muchas las ocasiones en las que personas dedicadas a la orientación profesional o al ámbito de los recursos humanos me han preguntado ¿Isa, en qué podría formarme para ampliar mis competencias profesionales? Siempre he enmarcado que todo dependerá de hacia dónde quieras dirigir tu carrera profesional o ámbito de especialización, y de lo que lleves ya en tu mochila profesional. Sin embargo creo firmemente en que existe una formación, poco conocida, que otorga competencias que son complejas de adquirir o desarrollar con otras formaciones o experiencias y que puede aportar un gran valor en cantidad de ámbitos profesionales. Os hablo de la facilitación de grupos/equipos. 

Así a priori, si miramos qué es esto de la facilitación observaremos que poco o nada tiene que ver con los ámbitos mencionados. Pero esta afirmación no es del todo cierta, porque en los tres casos, el asunto va de personas y de relaciones humanas. 

No entraré aquí a definir ni concretar las competencias necesarias para el desempeño de puestos relacionados con la empleabilidad o los recursos humanos, existen ya muy buenos artículos sobre ello y si cuentas con experiencia o formación seguramente conozcas o intuyas qué habilidades son de utilidad o imprescindibles para desempeñar tu puesto. Pero sí me voy a centrar en clarificar qué es esto de la facilitación y a plasmar de forma práctica y sencilla en qué aspectos nos va a ser de utilidad, o al menos para mí lo ha sido. 

– ¿Facilita qué? 

– Facilitación, facilitación de grupos 

La facilitación según la RAE es la acción de facilitar una cosa, la facilitación de equipos podríamos decir por tanto que es la acción de facilitar equipos o grupos, pero ¿en qué sentido? En el sentido de facilitar sus procesos grupales. Es el arte de hacer fáciles los 

procesos. Es decir, cuidar los procesos que vive un grupo o equipo desde la atención a los objetivos, a las personas y a la forma en la que suceden los procesos, con el fin de hacerlos más efectivos (esto pasa por hacerlo más afectivos también). Desde esta concepción generalista podemos entender la facilitación de diferentes formas: 

• Es una profesión. Cada día la figura de la facilitación tiene más peso en el mundo organizacional (aunque en países del norte de Europa tienen mucha más presencia que aquí en España) 
• Es una competencia. Tener conocimientos de facilitación se convierten en competencia cuando posees ciertas habilidades para acompañar equipos, aunque también para relacionarte mejor con otras personas.
• Es un conjunto de técnicas y herramientas. Iría ligado al concepto anterior, pues se trata de tener unos conocimientos variados sobre el diseño de procesos que se sirven de dichas herramientas, que aplica técnicas y que persigue la eficiencia grupal. 
• Es un rol. Cualquier persona de un grupo o equipo puede llevar a cabo las funciones de la facilitación, pero su pericia dependerá también de sus conocimientos al respecto. Y si no formas parte de un equipo, también desde tu propia forma de relacionarte con las demás personas puedes ocupar este rol. 

Definido y presentado el concepto de la facilitación, volvamos al punto de inicio, ¿y de qué me va a servir a mi esto para mi día a día? Para tratar este punto simplemente me apoyaré en mi experiencia. Como punto de partida he de decir que yo no inicié mi camino en la facilitación para ser orientadora laboral, ni tampoco para dedicarme a los recursos humanos, sino que lo hice para trabajar con grupos, y más concretamente en ámbitos de mediación. Pero al poco tiempo de iniciar mi proceso formativo como facilitadora, comencé a trabajar en el ámbito de la orientación y los recursos humanos y, desde mi afán por hacer que las cosas sirvan, encontré sin ningún esfuerzo la forma de aplicar todo lo aprendido a mi día a día. 

Planos de aplicación de la facilitación como competencia ¿Cómo y qué te puede aportar la facilitación en tu día a día profesional? 

Para ilustrar las aportaciones que puede hacer la facilitación en tu día a día como profesional de la orientación y/o de los recursos humanos, me detendré en los diferentes planos de relación que implican habitualmente nuestro día a día, eso sí desde mi experiencia personal. Y enmarco esto porque dependiendo del contexto en el que estés habrá cosas que puedas aplicar y otras que no. En mi caso tuve la fortuna de caer en una organización y un área que me facilitaba el contexto para aplicar y servirme de mis conocimientos en facilitación, pero reconozco que no siempre es posible. 

1. Tú contigo. Cuando estudias facilitación adquieres un nivel de consciencia sobre algunos patrones personales internos que están presentes en nuestro día a día. Reconocer estos patrones es el primer paso necesario para modificarlos en el caso de que no sean efectivos, y créeme, la mayoría de nuestros patrones internos son bastante mejorables. Un ejemplo de ello puede ser cómo de consciente eres o no de tus necesidades personales. Muchas veces creemos que tenemos una necesidad x cuando en realidad nos quedamos en los satisfactores. Saber ahondar en las necesidades reales que tenemos nos ayuda en el resto de niveles de relación. Quizá lo que más te guste de tu trabajo sea acompañar y ayudar a otras personas. Pero detrás de ello hay una necesidad seguramente no identificada. La relación de ayuda nos hace ubicarnos a veces en el rol de salvador/a. Desde ahí atendemos necesidades de reconocimiento o de autorrealización, pero no es el mejor lugar desde el que acompañar a una persona. Por tanto, ayudar a otros no es en sí mismo lo que necesitas para disfrutar de tu trabajo, sino que es el satisfactor de una necesidad más profunda como puede ser el reconocimiento, o sentirte importante para otras personas . Resumiendo, la facilitación aporta consciencia sobre una misma, y en este sentido, no diré que formarte en facilitación te cambia la vida, pero sí te hace mirarla y mirarte desde otro lugar.
2. Tú con otra persona. En este nivel de relación, el del tú a tú, la facilitación aporta relaciones de mejor calidad gracias al nivel de conciencia que adquirimos sobre nosotras mismas. Para esto el primer nivel de relación es necesario. Cuando cambiamos nuestros patrones somos capaces de relacionarnos de una forma más efectiva con otras personas y más sana para ambas partes. Este nivel abarca el desde dónde nos relacionamos con la otras persona, qué juicios hacemos de ella, qué proyecciones personales, qué sesgos entran en juego en la relación personal, el uso del poder que hacemos desde nuestro puesto de trabajo… Como ejemplo basta identificar todas esas veces en las que nos “enfadamos” con la actitud de otras personas hacia la búsqueda de empleo o hacia el desempeño de su trabajo en el caso de que hablemos del ámbito de RRHH. En esas situaciones ¿Somos capaces de aplicar un nivel de empatía tal que nos permita no juzgarle, ni decirle lo que debería de hacer, ni inducir a actitudes que no son propias de la persona sino nuestras?¿Somos capaces de abrazar la diversidad que traemos las personas en formas de afrontar situaciones adversas, de aportar soluciones diferentes, etc? La facilitación nos ayuda a poner de manifiesto e identificar cómo funcionan las relaciones humanas desde los privilegios que cada una tenemos y desde el uso que hacemos de nuestro poder, desde los roles que ocupamos y de cómo los ocupamos. 
3. Tú con el grupo. Seguramente sea este el nivel de relación en el que es más visible la aportación de la facilitación. Cuando hablamos de tu con el grupo, nos referimos a tú con un grupo o equipo de personas desempleadas que hace una búsqueda de empleo grupal o a tu como coordinador/a de un equipo de técnicos/as. Si entendemos la facilitación como un rol -profesionalizado o no- que se sirve de herramientas y técnicas para acompañar a un grupo hacia su objetivo facilitando que sus procesos sean más eficientes y sanos, este se convierte en un verdadero diseñador de procesos. Es decir, es capaz de diferenciar los distintos espacios que necesita el grupo para ser efectivo y poner al servicio de este técnicas y herramientas para que alcancen su objetivo como grupo. Caben muchos ejemplos, pero este nivel va de saber facilitar una reunión efectiva, saber facilitar el flujo de información en el grupo para acceder a la sabiduría colectiva, saber sostener espacios para la gestión emocional y la gestión de conflictos o de facilitar espacios que propicien la cohesión del equipo. 
4. Tú en el equipo. Este nivel está estrechamente relacionado con el anterior, pero es quizá donde más influye el contexto en el que estemos para que la facilitación pueda o no aplicarse. Evidentemente, que alguien pueda ocupar el rol de facilitador/a dentro de un equipo puede ser muy ventajoso o incluso necesario. Unas veces nos darán espacio para hacer propuestas desde este rol y otras veces no tendrán cabida o no serán acogidas. En caso de darse este último caso, conocer cómo funcionan las estructuras invisibles dentro de un grupo nos ayudará mucho a interactuar dentro de ese grupo. Esto implica básicamente conocer cómo son las relaciones de afinidad, la jerarquía de estatus y el uso del poder. En el otro caso, el de tener espacio para ejercer el rol de facilitación, podremos poner al servicio de nuestro propio equipo las herramientas y técnicas aprendidas, algo que será beneficioso para nuestro funcionamiento como equipo y para el bienestar de las personas que lo conformemos. 
5. Tú en el proyecto/organización. En el caso de formar parte de un equipo que ha de diseñar propuestas o proyectos que impliquen la dimensión grupal en la intervención, la facilitación nos brinda magníficas herramientas para ello. Un ejemplo claro de ello es el de formar parte de un proyecto donde una de tus funciones es la de diseñar metodologías grupales. En mi caso, la facilitación me ha supuesto un plus a la hora de plantear ejercicios y procesos grupales que condujeran al objetivo de encontrar un empleo (metodologías para la orientación laboral en grupo), y también a la hora de diseñar metodologías para la coordinación de equipos técnicos (metodología para la coordinación de equipos).

Una invitación como conclusión 

Como se aprecia, las aplicaciones y utilidades de la facilitación en nuestros ámbitos profesionales son múltiples y, en mi caso particular, también muy beneficiosas. Sin embargo la facilitación no es la panacea. En primer lugar porque para sacarle todo el jugo conlleva un proceso formativo y de transformación personal largos. Y en segundo lugar porque desafortunadamente las organizaciones en las que trabajamos no siempre dan espacio a este rol y a estas formas de hacer. Mi experiencia: menos es nada. Poco a poco, pero más rápido de lo que hubiera pensado, se van dando pequeños cambios en las estructuras y formas de hacer de nuestros contextos. Un poquito de muchas personas, en muchos lugares, proyectos y organizaciones a la vez, son como semillas que provocan cambios a largo plazo. Y la facilitación es en este sentido es una herramienta de cambio hacia relaciones más sanas y más justas…

Así que ¿por qué no sumarse al cambio desde tu puesto de trabajo con la facilitación como palanca?