Hoy nuestro compañero Francisco Javier Balsera nos trae un tema que no es muy habitual en foros y publicaciones de orientadores laborales, porque casi siempre se habla de los contenidos que trabajamos en orientación, de cómo lo hacemos, de los perfiles con los que trabajamos, pero muy pocas veces se habla del contexto donde se realiza ese trabajo, y las dificultades añadidas que el mismo puede plantear.
Nos hace un recorrido exhaustivo desde la experiencia, su experiencia.
Vocacional
Lo cierto es que, ya no dedicarse a la Orientación Laboral, si no SER un/a Orientador/a Laboral (o sociolaboral) en el medio rural, es verdaderamente vocacional e implica grandes compromisos a todos los niveles.
Al menos, si se tienen en cuenta las necesidades reales de las personas que allí habitan y conviven; de los agentes sociales; de las administraciones locales; de las las diferentes comunidades que lo componen e incluso, de los territorios, sí también de los territorios.
La otra variante, la no vocacional, la que ya conocemos: un empleo cualificado de temporalidad determinada y ¡hala! a cumplir objetivos… Cuando los resultados son el único compromiso, relegando a un segundo plano los procesos y dejando de lado a las personas; en esos casos, la orientación no se puede (ni se debe) llamar como tal, pero de eso ya hablaremos en otro momento.
Por supuesto, existe toda una escala de grises entre el negro y el blanco, entre una variante y la otra, entre el desempeño comprometido con las partes implicadas (que son muchas, aunque no lo parezca) y vocacional, cuidando de las personas, los procesos y, por supuesto, de los resultados; y aquel que únicamente atiende a cumplir objetivos.
Pero en esta ocasión sólo vamos a invertir tiempo en las primeras, las que sí tienen verdadera vocación, las profesionales de la orientación sociolaboral de la España vaciada, del rural español y, concretamente, de la tierra que me atañe, Extremadura.
Contextualizando la orientación en el rural
Para aterrizar el tema, comenzaré hablando de la oferta de programas de orientación en el medio rural, pues aunque tampoco lo parezca, hay una oferta variada, aunque no siempre ocurre así, pues está sujeta a convenios temporales, aprobación de partidas presupuestarias, decisiones políticas y técnicas, entre otras muchas…
Por un lado, estarían los programas 100% públicos, como lo pueden ser el Servicio de Empleo y Desarrollo Local, prestado por las Agencias de Empleo y Desarrollo Local (AEDL), desde ayuntamientos, mancomunidades o las áreas de desarrollo, formación y/o empleo de las diputaciones…, no obstante, no siempre tienen continuidad en el tiempo y dependen en gran medida de la coyuntura y de las decisiones de quienes ostentan el poder.
Los más característicos son los Programas de orientación público-privados, esto es, un modelo híbrido, a caballo entre las administraciones públicas y las entidades privadas, y financiados principalmente con fondos públicos.
En este apartado pueden existir dos tipos:
- Tipo 1: El diseño y la financiación recaen sobre las administraciones públicas (autonómicas, estatales y comunitarias) y lo desarrolla una entidad privada, normalmente del tercer sector (posibilidad de cofinanciación parcial). Y en los que las personas “están obligadas” a asistir por los compromisos de actividad de sus demandas de empleo. Ejemplos de estos programas son: OPI, OPEA, PLD, OED, Orienta…
- Tipo 2: Diseña, Planifica y Desarrolla una entidad privada y están financiados principalmente con fondos públicos (con posibilidad de cofinanciación), ejemplos pueden ser: Vives Emplea, NMarcha, Lanzaderas de Empleo y Emprendimiento Solidario…
También tienen cabida los programas completamente privados, de iniciativa privada y financiación privada, como por ejemplo Incorpora o Más empleo de La Caixa, y que diseñan y desarrollan entidades privadas en base a una estructura facilitada por el socio financiador (también privado).
Tanto el Tipo 2 del modelo híbrido como las iniciativas 100% privadas, son inversamente proporcionales al nivel de ruralidad del territorio, es decir, a mayor ruralidad, menor oferta de estos programas, pero claro, despoblación y consecución de buenos resultados (nº de atenciones, contrataciones, etc.) son algo incompatibles, por ello, no veréis este tipo de programas en localidades de menos de 5000 habitantes, como mucho están supeditados a llevarse a cabo en ciudades provinciales (en las que sí se puedan cumplir objetivos, aún pudiendo morir en el intento).
Y oye, es de entender, pues está más que comprobado que aquello que “no renta” ¿para qué va a llevarse a cabo? Igual que el tren de alta velocidad…
Por ello, tomaré como referencia los programas que diseñan los Servicios Públicos de Empleo (ya que son precisamente eso, un servicio público), puesto que son los más comunes en esta España vaciada.
Un mundo de contrastes: carencias y potencialidades
Por contextualizar un poco, el medio rural precisamente no se caracteriza por poseer un tejido empresarial abundante y sólido, tampoco por ser una tierra en la que manan las oportunidades. Lejos estamos también de poseer una amplia red de recursos comunitarios o unos servicios e infraestructuras del nivel de las grandes ciudades (telecomunicaciones, red de carreteras, transportes públicos…).
A falta de todos esos “pesos” en la balanza, Sí que existen en el rural, unas redes relacionales tanto a nivel municipal como supramunicipal, ya no directas, si no con nombre, apellidos y cara. Unas redes de apoyo, basadas en la confianza y en el “win-win no inmediato” (ahora lo llaman slow). Unas redes que lo sostienen. Esa es la piedra angular sobre la que se cimenta el medio rural y la que debe seguir también la orientación allí.
Tejiendo redes y estableciendo alianzas
El establecimiento de redes y alianzas se convierte en clave para generar oportunidades. Una vez que te dispones a desarrollar un programa cuyos destinatarios finales son las personas desempleadas de un territorio o territorios concretos, como Profesional de la Orientación, lo primero es realizar un análisis en profundidad de las zonas de actuación –y limítrofes– a fin de identificar y establecer sinergias y alianzas con los diferentes agentes sociales (Técnicos del Servicio Público de Empleo, Oficinas de Empleo, Servicios Sociales Mancomunados, Servicio Social de Base, Agencias de Empleo y Desarrollo Local y Comarcal, Grupos de Acción Local, Oficinas de Igualdad, Técnicos Municipales –incluso alcaldías en algunos casos-, Centros y Programas de Educación de Adultos…), asociaciones y ONG’s activas, servicios de atención a la diversidad y para la inclusión (Centros Especiales de Empleo, Ocupacionales, Empresas de Inserción…); que nos facilite y permita el trabajo en red y, lo más importante, la posibilidad de COMPARTIR.
Trabajo en red: externo e interno
De esta forma, el trabajo en red se hace, más que necesario, imprescindible. Es misión casi imposible llegar a conocer la totalidad del tejido empresarial de la zona (más si cabe cuando normalmente los programas tienen una temporalización anual), no hablemos ya de las posibles necesidades particulares del mismo… Por ello, la colaboración con las Agencias de Empleo y Desarrollo Local/Comarcal, especialmente atendiendo a esas necesidades del tejido empresarial y, por ende, del mercado laboral local; es parte de uno de esos “imprescindibles” del trabajo en red: la colaboración externa. La otra parte, es la colaboración interna con el equipo del programa, compartiendo información, experiencias, dudas, recursos, necesidades, oportunidades, carencias, logros, emociones…
La caja de herramientas
Centrémonos ahora en la caja de herramientas de la persona que orienta, sin perder de vista la tipología de estos programas de orientación -6 horas, que incluyan un diagnóstico individualizado y la elaboración de un perfil; el diseño de un itinerario y el acompañamiento personalizado en el desarrollo del itinerario y el cumplimiento del compromiso de actividad de la persona participante- diseñados para llevarse a cabo indistintamente en ciudades de 100.000 habitantes como en localidades de menos de 500, por no hablar de las necesidades de las personas que acuden al servicio…
Por ello esta caja de herramientas debe ser lo más variada posible y en ella no pueden faltar, entre otras muchas:
- La red de contactos, de la que hablamos anteriormente, que permita la comunicación y el intercambio de información –fluida y actualizada– en ambas direcciones: formación (programas de formación en alternancia con el empleo, acciones formativas dirigidas a trabajadoras y desempleadas, programas de obtención del graduado en ESO y competencias clave, certificados de profesionalidad, oferta formativa de otras administraciones, formación agrícola…), empleo (temporalidad y necesidades -puntuales y generales- del tejido empresarial, iniciativas, empleo público, convocatorias…)…
- Habilidades sociales y buena actitud para poder escuchar a las personas y comprender las diferentes situaciones.
- Herramientas y habilidades (y actitud) para realizar un buen diagnóstico personalizado que facilite el acompañamiento y el establecimiento de objetivos de manera bilateral..
- Herramientas y técnicas para la Búsqueda de empleo.
- Herramientas para facilitar el Autoconocimiento y la definición –y redefinición– de objetivos profesionales de las personas participantes.
- Cero prejuicios.
- Comunicación fluida con las personas participantes.
- Conocimientos metodológicos y didácticos para el acompañamiento en el diseño y establecimiento de planes estratégicos y la gestión de los aprendizajes.
Metodología centrada en la persona
Y ¿cómo conseguir “cuajar esta tortilla” cuidando de los procesos, sin quemar las necesidades de las personas y, por supuesto, cumpliendo con los resultados?
Pues bien, ya he hablado sobre algunas de las claves que facilitan (y mucho) esta tarea, como lo son el trabajo en red, la comunicación y las herramientas, pero concretamente utilizo algunas otras.
Intento cimentar la relación de orientación desde el respeto, abogando por la eliminación de prejuicios y la ruptura con antecedentes y malas experiencias en orientación (en el caso que se den), para construir la relación con la persona desde la base (cero prejuicios)…
Aprovechando esta relación de confianza, la persona se muestra más transparente, colaboradora y con mayor naturalidad, permitiendo una detección de necesidades más minuciosa. Siempre animada por tener voz y ser escuchada, desde una posición horizontal en la relación de orientación, en la que se visibiliza el valor que esa persona otorga al empleo, así como sus posibles aspiraciones, objetivos y metas a corto, medio y largo plazo o la ausencia de ellas (aspecto importante y que nos da mucha información).
Una vez desveladas todas estas claves, acompaño a la persona en el diseño de su plan de acción (acompañamiento más participativo o directivo, dependiendo de su nivel de autonomía y en el caso que sea un objetivo propuesto). De esta forma nos cercioramos, por ambas partes, de que en el itinerario de orientación se va a dar cabida a necesidades reales (que muchas veces eran desconocidas para la persona orientada).
Es por todas conocido, que a toda esta parte humana hay que sumar la otra parte de justificación y documentación, no menos rigurosa que la primera y tampoco menos importante (lo que no se justifica no existe) por ello, considero que aún cuando los objetivos son tremendamente ambiciosos e inciden directamente en la calidad del servicio prestado, no se puede velar por la cantidad en perjuicio de la calidad y, menos aún, de las necesidades de las personas.
Pasión, compromiso e involucración en lo que se hace, de lo contrario, creo que estás perdido tú, como profesional de la orientación; las personas participantes o la viabilidad del propio programa.
¡Qué razón tienes, compañero! sin COMPROMISO y sin su pizquita de PASIÓN, poco podríamos hacer en esta tierra nuestra… Añadiría además, algo que a mi me inspira hace años: el PLENO CONVENCIMIENTO de que la INTERVENCIÓN en los territorios (a través de este tipo de programas) mejora considerablemente la vida de su ciudadanía.
Abrazo enorme.
Me alegra que te haya gustado y que compartamos visión y valores sobre este tipo de intervenciones
Gracias por tus palabras compañera!
Grande compi!! Bien traído: #elruraltambiénexiste y como dices, es necesario atender a sus características propias para realizar un buen trabajo. En Orientación y en todo, supongo!
No puedo estar más de acuerdo contigo, cuando nombras una de las ‘claves’ la red de contactos y actores que sin duda, en el rural es más necesario aún tejer. Redes de personas que desde entidades, organismos, asociaciones y a título personal, sigan siendo una referencia (antes, durante y después de conseguir empleo).
Temazo!!
Al fin y al cabo, las redes relacionales (y profesionales) son las que sostienen los territorios y, como bien dices, en el rural, con más ahínco si cabe.
Gracias por tus palabras Ana 😉