Se habla mucho de motivación, de cómo motivar a las personas con las que colaboramos, a las personas con las que trabajamos, a las personas a las que atendemos, pero no se suele hablar de qué ocurre cuando es el motivador el que está desmotivado y cómo o qué puede hacer para motivarse a sí mismo.
Para hablar sobre este tema, y siempre desde la experiencia profesional como orientadora en diversos proyectos y realizando un trabajo de atención directa con diversos colectivos, Sara Benito nos ayuda a tomar conciencia y poner el foco para no perder de vista nuestro objetivo.
¿En qué consiste la orientación laboral?
Cuando hablo con mis amistades, familiares o personas allegadas acerca de mi trabajo y las funciones que realizo, una mayoría se queda con la parte más visible y superficial: hago currículums, cartas de presentación y busco ofertas de trabajo.
Casi ninguna de las personas con las que tengo estas conversaciones conocen las principales funciones que desempeñamos los orientadores/as laborales, y muchas veces se sorprenden cuando les comento lo que hago:
- Apoyo y acompaño a las personas a establecer sus objetivos
- Les ayudo a conocerse mejor
- A saber “venderse” en una entrevista de trabajo
- A potenciar su marca personal
- A fomentar su red de contactos…
Y, por encima de todas estas cosas, a motivarlos para continuar con la ardua tarea de la búsqueda de empleo y no tirar la toalla.
De manera que, las partes más importantes del proceso de orientación laboral son las menos tangibles y, por tanto, las que menos se valoran. Por ejemplo, es fácil ver que el objetivo del currículum o la carta de presentación es la consecución de una entrevista laboral. Sin embargo, nos resulta más complicado entender la finalidad del autoconocimiento o de mantener la motivación.
La importancia de la motivación en la búsqueda de empleo
A pesar de no ser tan palpable, la motivación cumple dos funciones extremadamente necesarias en la búsqueda de empleo.
- Nos activa. Hace que nos pongamos en marcha y despleguemos todas nuestras herramientas y conocimientos sobre la búsqueda de empleo.
- Nos hace persistir. A pesar de que sabemos que se trata de un camino difícil y que en muchas ocasiones la frustración será nuestra gran compañera. Al mismo tiempo que cumple la función de dirigirnos hacia nuestras metas. Es decir, nos dirige hacia esos objetivos que nos hemos planteado con anterioridad.
Probablemente se trate de la función que nos resulta más complicada a los orientadores/as cuando la persona lleva mucho tiempo en desempleo y ha perdido toda esperanza, tiene una situación económica y sociofamiliar complicada, se trata de usuarios mayores de 45 años, tienen una baja cualificación y/o tienen una discapacidad.
Y, sobre todo, cuando somos nosotros quienes tenemos una baja motivación.
Entonces, ¿Qué pasa si soy yo quien está desmotivada?
En muchos de nuestros casos el ritmo de trabajo causado por el gran volumen de llamadas telefónicas, la preparación de sesiones, la atención directa, la elaboración de informes de empleabilidad y la gestión documental hacen que perdamos de vista el para qué de nuestro trabajo.
Estamos inmersos en proyectos con muchas exigencias en cuanto a datos, porcentajes de inserción, horas realizadas, justificación de las acciones desarrolladas, etc. que retiran el foco de lo realmente importante:
las personas a las que estamos atendiendo, sus circunstancias y la casuística particular del mercado laboral en la zona donde se está desarrollando ese programa.
En consecuencia, quienes hacemos orientación también perdemos nuestro norte y, en muchas de las ocasiones, tenemos la sensación de que nos hemos convertido en administrativos gestionando datos y documentos; cuando debiéramos de ser referentes en la búsqueda de empleo para las personas usuarias y su apoyo en los momentos donde la desesperación y la frustración se apoderan de ellas.
¿Cómo podemos motivar en estos casos?
Nosotros también debemos pararnos de vez en cuando a tomar consciencia, a reflexionar y reestablecer nuestros objetivos y metas.
Debemos ser quienes centremos el foco que los programas de empleo han desviado, eligiendo esas pequeñas acciones que sí están en nuestras manos y comprometiéndonos a llevarlas a cabo para así poder celebrar los logros con las personas usuarias.
Es fácil decirlo y escribirlo pero soy plenamente consciente de que no resulta tan fácil llevarlo a la práctica.
Una buena práctica puede ser hablar, tanto con las personas usuarias como con las empresas, para ver qué necesitan y ver si les podemos ayudar con eso. Esto aumentará nuestra percepción de estar realizando un trabajo con un fin concreto. Un trabajo útil.
Y así conseguiremos, por un lado, ayudarlos y al mismo tiempo, volveremos a recuperar nuestra confianza. Esa que en muchos momentos perdemos al tener que centrarnos en la alta carga de gestión documental.
Otra buena práctica puede ser aplicarnos con cierta regularidad, alguna de las dinámicas que les recomendamos a nuestros participantes. Quizá, al finalizar nuestra jornada laboral, podamos escribir un aspecto positivo de ese día y revisarlo al finalizar el mes.
De esta forma, traeremos de vuelta esos momentos positivos que olvidamos con el día a día y tomaremos consciencia de ellos sin que impliquen una gran dedicación de tiempo.
Existen diversas maneras para volver a centrar el foco y cada persona debe encontrar la que más se adecúe a sus gustos y necesidades.
El cambio está en nuestras manos
En definitiva, hay muchas cosas que se podrían y deberían revisar de los programas de empleo y en muchas ocasiones no tenemos la capacidad de influenciar en ellos pero, también hay pequeñas acciones que podemos llevar a cabo para no perder la motivación y aportar nuestra pasión y buen hacer a las personas que atendemos que, al fin y al cabo, son lo verdaderamente importante de los programas de mejora de la empleabilidad.