Apoyando a las personas
Si de algo sabemos los orientadores, es de la importancia que cobra el autoconocimiento y la gestión emocional en la búsqueda de empleo.
Somos conscientes de lo largo y tedioso que puede resultar el proceso de búsqueda de empleo. Sobre todo, si se trata de acceder a un empleo que aporte estabilidad profesional, personal y económica.
Conocemos de primera mano la satisfacción y el orgullo que genera apoyar a las personas en la fijación de sus objetivos, en su crecimiento y en su desarrollo personal y profesional. El honor que supone desarrollar proyectos de empleabilidad con impacto directo en muchas personas. El deleite por la obtención de los resultados fijados por los partners del proyecto que, en la mayoría de nuestros casos, supone la inserción laboral de un gran número de personas.
La cara amarga del trabajo del Orientador
Pero también conocemos de primera mano, la parte más amarga del trabajo por proyectos que se ha impuesto como modelo laboral, de unos años a esta parte. La frustración que genera el escaso movimiento del mercado laboral.
Sabemos muy bien qué es sentir resignación al tener que esperar a la siguiente partida de presupuestos destinados a las políticas activas de empleo, para tener una nueva oportunidad laboral.
Hemos aprendido por propia experiencia lo que implica un contrato por obra o servicio. Lo que supone el encadenamiento de varios de éstos y, también, el esfuerzo que ha supuesto obtener unos estudios universitarios superiores y que tu contrato o categoría laboral no corresponda con ello.
En definitiva, nos hemos enterado perfectamente de lo que significa el término “precariedad laboral”.
La paradoja del Orientador
Los orientadores laborales vivimos en una continua paradoja: apoyamos y acompañamos a nuestros usuarios durante su búsqueda de empleo, les motivamos para que no decaigan y, nuestro empleo, finaliza una vez que ellos consiguen su oportunidad laboral.
Sería admisible este sistema si la tasa de desempleo fuera mínima. Si no existieran desigualdades en los procesos de selección y si no existieran colectivos en riesgo de exclusión por esta circunstancia.
Sería admisible, si este perfil laboral no fuera tan necesario porque no hubiera demandas de las funciones que realiza. Pero desgraciadamente, todos sabemos que esto no es así…
Por eso no entendemos que la figura del orientador laboral sea prescindible, al menos mientras no hay presupuestos para invertir en ello; en un país donde el 16,26% de la población activa está en situación de desempleo (datos del INE del tercer trimestre de 2020).
Al igual que tampoco estamos de acuerdo en que en un mercado laboral en continuo cambio, la única vía para mejorar la situación de desempleo del país sea a través de políticas activas de empleo diseñadas hace años.
Profesional de referencia
Ahora que los cambios en el ámbito laboral se producen de forma muy rápida y que debemos adaptarnos a los nuevos paradigmas laborales de forma veloz pero eficiente, es cuando más sentido tiene crear puestos estables de profesionales especializados en orientación laboral. De esta manera se conseguiría que los usuarios tengan profesionales de referencia a los que poder acudir cuando lo necesiten sin tener que explicar de nuevo su casuística personal.
Una manera más efectiva de reducir las tasas de desempleo podría ser la puesta en marcha de programas de orientación laboral más estables en el tiempo. Que los propios Servicios Públicos de Empleo diseñen programas para mejorar la empleabilidad de los ciudadanos con y en colaboración con los orientadores laborales y no con las entidades gestoras de dichos proyectos pues, en algunos casos, priman más los objetivos económicos que el fin último para el que se diseñan estos programas.
Desde este pequeño rincón, invitamos a los Servicios Públicos de Empleo a escuchar más los orientadores laborales. A diseñar junto a ellos programas innovadores y disruptivos que se adapten a esta nueva situación laboral y, sobre todo, que se ajusten y tengan en cuenta el colectivo de personas para las que se diseñan.
Y tú como orientador, ¿qué opinión tienes sobre todo esto, que lo vives en tu día a día? O tú, persona usuaria de estos Servicios de Orientación, ¿qué opinas de lo que acabamos de plantear?
Ahora te toca a ti… ¿Compartes este artículo y nos dejas tus comentarios?
Totalmente de acuerdo. Es difícil “luchar” contra la precariedad desde la precariedad.
Es necesaria una revisión parte de las administraciones para generar puestos estables y buscar “otros números” indicadores más centrados en las personas. Criterios que unifiquen datos cuantitativos y cualitativos y con un mayor seguimiento en el tiempo.
No se trata “solo” de “conseguir un empleo”, sino de un proceso de desarrollo personal que lleva tiempo y necesita de acompañamiento realmente centrado en la persona.
Verdades como puños reflejas en tu artículo, soy orientadora desde el año 2000, encadenando contratos temporales con diferentes entidades colaboradoras y aunque se ha avanzado mucho, siempre está el yugo de los indicadores cuantitativos que no comparto porque trabajamos con personas y la calidad debe primar sobre la cantidad. Por otro lado, la inestabilidad laboral de las personas orientadoras también resta eficacia y calidad a todo el proceso por la interrupción del servicio.
Tenemos la capacitación, las ideas💡y la resiliencia necesaria para luchar y avanzar en la mejora de la empleabilidad desde las ‘trincheras’ (y como decís, no siempre en las mejores condiciones). Sería genial aportar todo esto a la construcción de nuevas estrategias, para uno de los problemas a los que se enfrenta la sociedad española. #OSP #OrientadoresSobradamentePreparados ¿Sumamos ideas?
Totalmente de acuerdo con el artículo. No se pueden diseñar políticas sin tocar tierra; bueno, poderse, se puede, pero a costa de un despilfarro tremendo de recursos por la mala planificación de las acciones. Con estos mimbres, los orientadores y orientadoras tienen que hacer piruetas para llevar a la realidad lo que ponen los papeles, algo que supone, en muchas ocasiones, aportar tiempo y recursos personales para cubrir un servicio encorsetado por la burocracia y, muchas veces, diseñado en los años 90.
Muy bien hablado y explicado. Reflejando la realidad tal cual de los profesionales de la orientación, precariedad, inestabilidad, desigualdad de condiciones según donde se desarrolle y según que programa, en definitiva como se suele decir ” en casa del herrero cuchillo de palo”. Y es una situación que como muy bien decis no solo afecta al profesional sino también al usuario de los programas de orientación. Muy necesario alinearse, y temas todos en la misma dirección.
Hola!Estoy de acuerdo con el artículo!Años de encadenar contratos como orientadora y es lo de siempre. Es desalentador. Justo en mi último contrato (de 1 mes y medio) desde el Sepe me cargaron en agenda muchos itinerarios de Garantía Juvenil para iniciar. Que sentido tiene si mi contrato acaba en poco tiempo y la persona titular no se va a incorporar hasta que termine su período de vacaciones tras una baja por nacimiento y cuidado del menor? Los jóvenes quedan sin servicio,eso da mala imagen a la profesión